La generación de residuos en el sector manufacturero puede originarse por diversas vías. Entre ellas se encuentran productos que no cumplen con los requisitos de peso, embalajes incorrectos, desarrollos de nuevos productos, defectos en los productos y contaminación. Aunque resulta frustrante desde una perspectiva financiera, es crucial tener en cuenta también los impactos ambientales.
Cada tonelada de alimentos desperdiciados afecta los resultados financieros de una empresa, tanto en términos de pérdida de ingresos como de costos de eliminación. La mayoría de los desechos alimenticios terminan en vertederos, emitiendo gases de efecto invernadero, que son considerados 21 veces más perjudiciales para el medio ambiente que el CO2. De hecho, si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer país más contaminante del mundo.
A pesar de este panorama desafiante, la industria está respondiendo de manera activa. Gracias a la innovación y al compromiso en toda la cadena de suministro para reducir el desperdicio de alimentos, las cifras están comenzando a disminuir. Una de las iniciativas en aumento entre las empresas fabricantes de alimentos es la aplicación de tecnologías de pruebas no destructivas.
Las pruebas no destructivas (PND) son un proceso que permite detectar defectos sin dañar el producto. Ampliamente utilizadas en diversas industrias, las PND abarcan desde pruebas de calidad automotriz hasta análisis de integridad de piezas fundidas de naves espaciales. En la industria alimentaria, las PND ofrecen información sobre la composición estructural, morfológica, fisiológica y termodinámica, además de evaluar la temperatura, verificar sellos y analizar la frescura mediante ondas sonoras.
Esto permite a las empresas determinar rápidamente si un producto o lote está en condiciones óptimas, eliminando conjeturas y reduciendo la eliminación innecesaria de productos a granel. Desde la perspectiva de la reducción del desperdicio de alimentos, las PND tienen el potencial de disminuir aún más los volúmenes evitables y garantizar que los clientes reciban productos de alta calidad.
Aunque el proceso puede parecer costoso y complejo, las PND son sorprendentemente rentables, rápidas, higiénicas y confiables, con una participación humana mínima. Al adoptar estas técnicas, las empresas de fabricación de alimentos tienen una oportunidad adicional para minimizar el desperdicio, reducir su impacto ambiental y ahorrar costos, evitando que surjan residuos en primer lugar y identificando fácilmente productos estropeados.
Sin embargo, la identificación es solo la mitad del problema; la eliminación es la otra. Aunque alcanzar el estado de residuo cero puede no ser siempre posible, el reciclaje de residuos de alimentos ofrece una alternativa simple y ambiental a las soluciones tradicionales de gestión de residuos. Este proceso, a escala industrial, aprovecha la digestión anaeróbica para capturar biogás que puede utilizarse para generar electricidad renovable o inyectarse en la red de gas.
Los beneficios ambientales son evidentes, y en términos financieros, al evitar costosos impuestos de vertederos, las empresas pueden ahorrar aproximadamente el 50% en costos de gestión de residuos. El proceso es rápido, fácil de integrar y, además, la electricidad y el gas generados contribuyen a reducir la dependencia nacional de combustibles fósiles. También se pueden producir biofertilizantes sostenibles para que los agricultores locales los utilicen como alternativa a los fertilizantes químicos, cerrando así el ciclo de suministro de alimentos de manera simple y circular.
A pesar del crecimiento continuo de la industria de fabricación de alimentos, que se prevé que continúe, surge el desafío inesperado del desperdicio de alimentos. En este contexto, el sector debe seguir innovando, ya que no existe una solución única para este problema, sino que se requieren numerosas iniciativas y un enfoque continuo.
Por: Philip Simpson, director comercial de ReFood.