Un nuevo envase biodegradable desarrollado por la Universidad Politécnica de Cataluña permite alargar la vida del producto sin usar ningún tipo de compuesto sintético. Un nuevo material sostenible ha sido probado probado con éxito en frutas y hortalizas.
Los envases comestibles no son un invento nuevo: desde hace siglos utilizamos tripas para envolver carne y hacer salchichas o depositamos nuestra bola de helado en un cono que igualmente consumimos. Tampoco son novedosos los envases reutilizados y biodegradables, como muestra el sinfín de usos que se le ha dado al papel de periódico en tiendas, puestos de comida callejera o talleres. Sin embargo, en las últimas décadas, el uso del plástico como producto casi único de embalaje ha multiplicado los residuos y mermado la inventiva humana para buscar formas originales y circulares de envasar.
Ahora, los problemas ambientales que planea una economía sobre todo extractiva están poniendo el foco en la necesidad de reducir la cantidad de plástico que utilizamos al envasar como primer paso hacia una producción y consumo más sostenibles. A este reto pretende dar respuesta el último invento desarrollado por el Centro Catalán del Plástico de la Universidad Politécnica de Cataluña: un envase biodegradable, comestible y de origen natural para alimentos que, además, permite alargar la vida del producto.
El nuevo material aumenta la resistencia de la fruta ante los hongos, reduce la pérdida de masa y conserva mejor el aspecto original. Según ha informado la propia institución en un comunicado, el proyecto, que tiene un presupuesto de diez millones de euros y ha sido liderado por la investigadora brasileña Farayde Fakhouri, ha permitido crear un envase sostenible elaborado al 100% mediante fuentes vegetales formadas por compuestos naturales. A pesar de no ser sintético, el nuevo material permite modificar la interacción del alimento con la atmósfera y limitar su degradación.
De esa forma, el envase no solo constituye una alternativa sostenible a los plásticos, sino que además garantiza las propiedades de los alimentos para alargar su vida útil. El nuevo material, del que no han querido revelar su composición exacta, se ha probado ya con fresas de la comarca barcelonesa del Maresme, lo que ha permitido confirmar que aumenta la resistencia de la fruta ante los hongos, que reduce su pérdida de masa y se conserva mejor su aspecto original.
El proyecto ha sido financiado por el programa TECNIOspring de la agencia ACCIO, dependiente del Departamento de Empresa, que promueve la incorporación del talento experimental en las empresas y agentes del ámbito de la investigación en Cataluña. De hecho, el Centro Catalán del Plástico contrató en 2017 a la investigadora brasileña que ha desarrollado el envase, a través de esa línea de ayudas.
Recuperado de: https://www.elagoradiario.com/